La esquela de invitación de Mauricio Macri a Elisa Carrió, para formar una “avenida amplia” como tercera vía, tuvo un mensaje tan amistoso como sugestivo. En la misma señal de bienvenida a la diputada de la Coalición Cívica el jefe del gobierno porteño le escribió una severa pero cordial advertencia. “Es una mujer con mucho coraje; que dice muchas verdades -dijo-. Pero es muy taxativa con las cosas que le exige a sus aliados”. Una de cal y otra de arena.
La primera parte, que termina en “verdades”, es el mejor halago para Carrió, que sabe agradecer cuando le reconocen su “coraje” y sus “verdades”. En su ego ello pesa más que una invitación a una picada abundante.
La segunda parte de la invitación comienza con la palabra “Pero…”, y allí es donde Macri parece advertirle “no seas tan taxativa con tus exigencias porque de aliados podríamos pasar a ser adversarios” y podemos desperdiciar la “bala de plata” que tenemos entre manos para ganar en 2015.
¿Lo entenderá así la jefa de la Coalición Cívica? Carrió deberá comprender que ese requisito macrista es el principal derecho de admisión que debe pagar para entrar en un frente amplio capaz de competir y ganar contra lo que ella abomina: el peronismo kirchnerista y el peronismo historico, al que le endilga todos los vicios de todos los peronismos.
En las filas de Macri existen muchísimos temores respecto de la figura de Lilita. Sobran fantasmas. Nadie sabe a ciencia cierta si ella comenzará a buscar impurezas dentro del Pro y dentro del Gobierno de la Ciudad. ¿No fue ella quien denunció a Macri por el juego? ¿No fue ella quien más de una vez tendió un manto de sospecha sobre el jefe del gobierno porteño y su relación supuesta con Julio De Vido por las obras públicas y las constructoras amigas?
También existe pánico acerca de que Carrió comience a lanzar críticas lapidarias a diestra y siniestra a sus nuevos aliados apenas el macrismo adopte posturas políticas que ella no comparte.
Hoy la diputada parece dispuesta a ser más contemplativa con las discrepancias menores en nombre de un valor supremo: la pelea contra la corrupción a gran escala y contra el narcotráfico. Y sobre todo, su pelea contra el peronismo, algo que desvela sobremanera a la líder que se fue de UNEN para cerrar con Macri. ¿Podrá sostener esa condición de paz interna la diputada más conflictiva y notoria de los últimos años?
La fórmula de ese acuerdo -en el cual podría ingresar Ernesto Sanz de la UCR, pero está por verse- podría ser la negociación por algunos cargos institucionales para la Coalición Cívica, en los cuales Carrió podría ocupar el Ministerio de Justicia, la presidencia de la Corte Suprema o algún cargo de índole investigativa, como una gran Agencia Federal de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado.
De ese modo, Macri ganaría credibilidad respecto del discurso anticorrupción y, al mismo tiempo, podría lograr la recuperación de algunos recursos malhabidos de la corrupción K, que le servirían de trofeo para exhibir una administración muy cuidadosa de las cuentas fiscales, en una administración austera reservada sólo para economistas PRO.
Su política de transparencia podría ser la contracara que compense, en términos de humor social, un fuerte ajuste en las arcas públicas para revertir el dispendio de “los pibes” de La Doctora.
Incluso, en esa cruzada que Carrió sueña contra la corrupción podrían cobrar relevancia algunos nombres asociados a la limpieza como Jose María Campagnoli, hermano de la dirigente de la Coalición Marcela Campagnoli, o el de Mariana Zuvic, esposa del seguro candidato a gobernador de Santa Cruz, el diputado radical Eduardo Costa.
Precisamente, de ese modo Macri respetaría la identidad de sus aliados y preservaría la propia. Esa frase también fue dirigida a Carrió en el mismo párrafo de la invitación: “Hay un instrumento maravilloso, que son las PASO para encontrar un espacio de mayor convergencia, sin perder la identidad de cada uno”. A buen entendedor pocas palabras.