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Sospechas e intrigas en la ex SIDE

LA NACION Online, 16 de diciembre de 2014

El cambio en la Secretaría de Inteligencia (SI, ex SIDE) dispuesto hoy en forma sorpresiva por la presidenta Cristina Kirchner obedece al fuerte enfrentamiento que la primera mandataria tenía desde hace dos años con el ahora ex subsecretario del área, Francisco “Paco” Larcher, y con la línea histórica del organismo que encabeza el director General de Operaciones, Antonio Stiusso, a quien todos en el organismo conocen como “Jaime”.

El Gobierno sospecha que ellos operaban en contra de la Casa Rosada en su enfrentamiento con el Poder Judicial. Hace pocos días un altísimo funcionario comentó a LA NACION que

“los jueces que investigan a la Presidenta están impulsados por un sector de la ex SIDE que tiene vínculos con abogados y operadores en la Justicia”.

Desde el principio del kirchnerismo, Larcher estuvo vinculado a operadores en la Justicia, los que antes actuaban en favor del kirchnerismo, pero ahora los tiempos cambiaron.

Los jueces que investigan a la Presidenta están impulsados por un sector de la ex SIDE que tiene vínculos con abogados y operadores en la Justicia
La Casa Rosada tenía en la mira a Larcher, ex mano derecha de Néstor Kirchner desde los tiempos de Santa Cruz. Consideraban que hace dos años se había aliado al diputado y candidato presidencial del Frente Renovador, Sergio Massa. “Larcher es ahora hombre de Massa. Se conocieron cuando era jefe del Gabinete de Cristina”, dicen en Balcarce 50.

En la barrida cayó el jefe de la Secretaría de Inteligencia, Héctor Icazuriaga. En este caso, el motivo es simple: su falta de idoneidad para ejercer el cargo y dominar las interminables intrigas dentro del organismo.

Su reemplazante será el actual secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli , una figura de peso político en el gobierno kirchnerista y de total lealtad a Cristina Kirchner. Por su parte, el sustituto de Larcher será Juan Martín Mena, jefe de gabinete del Ministerio de Justicia y quien maneja los expedientes del ministro del área, Julio Alak. Mena es un hombre clave en la relación con los jueces y coordinó la redacción del proyecto del nuevo Código Procesal Penal.

Con ese combo, el Gobierno podría intentar tener más margen de acción en la negociación con los jueces que llevan adelante causas sensibles al kirnchnerismo, a la Presidenta y a su familia.

En lugar de Parrilli irá el actual senador Aníbal Fernández a la Secretaría General. Fernández es un hombre con experiencia en el manejo de fuerzas de seguridad y siempre se dijo que estaba enfrentado al ala profesional de la ex SIDE y especialmente a Larcher.

En este contexto, el dato fundamental es la salida de Larcher. Se había convertido en uno de los principales interlocutores de Stiusso, el referente de los espías del ala profesional de ese organismo y en quien el kirchnerismo dejó de confiar.

El único funcionario de alto nivel de la SI que respondía a Cristina Kirchner era el director de Reunión Interior, Fernando Pocino, quien solía recibir órdenes directas del secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, y articular políticas de inteligencia con el jefe del Ejército, César Milani, quien controla la inteligencia estratégica militar y adquirió fuerte equipamiento. Icazuriaga era de ese sector pero su influencia era casi nula.

En los últimos tiempos, Cristina Kirchner confiaba más en la información de inteligencia de Milani que en la de Icazuriaga, la de sus amigos y la de los funcionarios díscolos de la ex SIDE.

La gran ruptura entre Cristina y el ala profesional de la SI se produjo en 2012 cuando el Gobierno firmó el memorándum de entendimiento con Irán por la causa del atentado a la AMIA . Ese pacto fue rechazado por la línea histórica de la ex SIDE, encabezada por Stiusso, que había investigado la pista que terminó en la acusación de ocho ex funcionarios del régimen iraní.

Esa investigación tuvo la colaboración de servicios de inteligencia extranjeros como el Mosad y la CIA, que recibieron muy mal ese pacto -al que acusaron como un acuerdo para favorecer la impunidad de los terroristas y de Irán- por lo cual los hombres de Stiusso se sintieron desacreditados ante sus aliados externos.

A partir de entonces, comenzó una sorda batalla entre Larcher y la Casa Rosada. Cuando Massa se lanzó como candidato a diputado nacional en 2013, Cristina le atribuyó a Larcher una campaña de desinformación a la Presidenta porque los informes de la SI decían que el ex intendente de Tigre no se iba a presentar en esos comicios legislativos y ella fue vencida por la sorpresa.

La casa no está para comerse otra purga como la de 2001, tienen que ser muy cautelosos
Más recientemente, Cristina Kirchner, en un acto público en la Casa Rosada, denunció que los servicios de inteligencia locales le habían filtrado información al diario Clarín sobre un supuesto empresario tunecino sospechado de planificar un atentado contra ella, poco después de haber denunciado amenazas de muerte de la célula terrorista ISIS.

La Presidenta vapuleó a la SI y dijo que si hubiera existido una sospecha real, ella tendría que haber sido informada antes que la prensa. El mensaje era para Larcher y sus aliados. Y entonces dijo que si le pasaba algo no había que mirar a ISIS sino al Norte, en una referencia abierta a los Estados Unidos, lo cual desencadenó otro incidente diplomático con Washington.

En la SI hay en estos momentos mucho malestar porque temen una purga mayor.

“La casa no está para comerse otra purga como la de 2001, tienen que ser muy cautelosos”, dijo un funcionario del área a LA NACION.

Desde la Casa Rosada, hay versiones de un fuerte desembarco de La Cámpora en la ex SIDE de la mano del hijo de Parrilli, Leandro Parrilli que actualmente se desempeña en el Ministerio de Turismo..

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