Cuando Mauricio Macri jugaba al fútbol en su quinta, con amigos y conocidos ex jugadores, era el dueño de la quinta, de la pelota y le gustaba jugar de 9. Ahora, que es Presidente, le gusta jugar también de Jefe de Gabinete y de Ministro de Economía. Y además se reserva el papel de principal comunicador. El Presidente es el 9, que tiene que hacer los goles y festejarlos. Debe ser la estrella. Pero no debe jugar de 5, de un 10 “enganche” y encima ser el DT. No hay cuerpo que aguante.
Ayer al poner en marcha la obra de la ruta 7, Macri dijo:
Sí, hay que ahorrar gas, con este solcito hay que apagar toda la calefacción, y bancar así abrigaditos.
No puede ser Macri el que todos los días repita que apaguemos el gas. Si bien el contenido del mensaje es correcto, no puede ser solo el Presidente que lo diga. Debería haber una campaña profesional, con publicistas especializados, que busquen todos los motivos, los beneficios y las ventajas de ahorrar gas. Y que las sepan transmitir a la población por las redes y los medios tradicionales.
Por ejemplo, hay que concientizar a la gente de que use artefactos, electrodomésticos y aires frio-calor de bajo consumo, clase A, luces led, de que reconvierta las calderas de gas por sistemas de energía eléctrica, de que instale paneles solares, se pueden subsidiar las energías alternativas en lugar de la importación de gas, o subsidiar el auto híbrido (y no ponerle más impuestos), como se hace en los lugares del mundo que cuidan la energía.
También convocar a los ex secretarios de Energía de la democracia para que junto con representantes de todos los partidos políticos y con el Ministro de Energía, todos “juntos” y “en equipo”, diseñen una política de Estado energía para 50 años, sin iluminados, ni lamparitas de colores. No solo diseñen una tarifa sino la matriz energética y de acuerdo a ella planifiquen un cronograma gradual de aumentos.
También dijo Macri en su discurso:
Y lo segundo es el hacer, porque cuando hacés, de vuelta, generás una energía positiva, de esa que no hay que ahorrar, de esa que hay que poner todos los días. Creo que la política tiene que ser un servicio público y tiene que estar ligada al hacer, no es verdad eso de “no saben hacer política, gestionan”, basta. Saber hacer política es resolver los problemas de la gente, y eso se hace haciendo, haciendo cosas concretas, porque las palabras que podemos decir a veces son muy lindas, algunos tienen magia para decir palabras, pero de golpe desaparecieron, y si las cosas no suceden llega la frustración.
Macri tiene aquí una confusión entre hacer política y hacer mala política. Hacer política, con mayúsculas, es crear las condiciones para poder hacer esas “cosas concretas” que le gustan a Macri, pero sin que sean un disparador de conflictos políticos, sindicales o judiciales. La gobernabilidad es la capacidad de gobernar sin contratiempos y con resultados. Y la política, la buena política, garantiza gobernabilidad.
“Hacer” no siempre es algo positivo si implica el desencadenamiento de controversias que impiden avanzar en lo que se pretende hacer. Hacer política es lo que permite gestionar sin problemas. Requiere una cuota de diplomacia, de humildad para escuchar y de cintura. La política es el detalle, la sutileza. No hay que enojarse con el peronismo o con el massismo. Están allí. Es como culpar a la lluvia. El secreto es salir con paraguas y abrigo para no enfermarse. La política es el paraguas.
Cuando el viento está de frente, el buen timonel debe navegar en zigzag para poder avanzar con su barco. No siempre, para avanzar, hay que ir hacia adelante porque puede ser la mejor manera de paralizarse. Saber hacer las diagonales te lleva a buen puerto. En el fútbol, que tanto le gusta al Presidente, no siempre es bueno el pelotazo al 9, a veces hay que jugar lateralmente o para atrás. Correr o tirarse a los pies. Para no perder la pelota.
Hacer política no es dar sobres, llevar valijas o coimear diputados con dinero o con obras o con promesas de fondos para sus provincias. Es simplemente tomar recaudos, reflexionar a conciencia sobre las consecuencias de cada medida, no creer que todo se puede con el simple voluntarismo, cuidarse de cada decreto que se firma y de cada palabra que se dice. La prudencia es la virtud del estadista.
Es también poder anticiparse a los conflictos y evitarlos. Es negociar previamente con los afectados de una medida para conocer sus motivos, sus expectativas y minimizar las resistencias. Es construir una política blindada contra los cuestionamientos, legitimada desde el vamos. Es conocer la ley para no actuar vulnerando el sistema jurídico y generando fallos adversos de los jueces. Cristina era un ejemplo de voluntarismo y toda su reforma judicial se desmoronó en los tribunales; fue un gran fracaso. No hay que copiarla.
También su ataque a Clarin quedó sepultado por los fallos adversos. Ella no hacía política tampoco. Era simple abuso de poder. Vuelve a equivocarse Macri si considera que ella hacía política porque tenía supuesta magia para decir palabras. Solo tenía verborragia y arrogancia. Chocaba, enceguecida, iba por todo. Nadie habla de emularla. Hacer política es “hacer en el buen sentido”, o “hacer las cosas bien”. De los contrario, los conflictos paralizan los logros, generan incertidumbre y desgaste innecesario y contraproducente. Desmerecen y deslucen lo bueno.
También es asignar bien los roles. Tener un equipo de operadores políticos que operen, persuadiendo, convenciendo, acercando posiciones, consultando. Cuando no hay Ministro de Economía y el área está dividida en seis ministerios, el que decide termina siendo el Presidente. Ninguno decide, entonces decide Macri. Y es entonces Macri el Ministro de Economía. Por no alimentar los egos, por no generar un superministro, y por capitalizar el rédito del éxito, termina pagando el costo de los errores, sin una instancia de amortiguación y sin fusibles que lo preserven del cortocircuito.
Cuando un jefe de Gabinete se dedica a la comunicación, y no coordina sino que delega en dos subjefes de gabinete, el que termina coordinando la política, y yendo a todas las “reuniones de seguimiento”, es el Presidente. En suma, Macri termina siendo el Presidente, el jefe del Gabinete y el ministro de Economía, además del comunicador oficial. Otra vez, termina jugando de 9, de 5, de 10 y de DT. Y eso no es trabajar en equipo. Es terminar agotado y con algunos goles en contra. Si hiciera política, con un 5 y un 10 habilidosos, correría menos y gritaría más goles.
esta muy bien lo que hace con toda naturalidad y sin gastar en publicidad ahorrando
Me gusta