Mauricio Macri y Sergio Massa comenzaron a llamar a los dirigentes radicales de las provincias para proponerles un acuerdo: el PRO o el Frente Renovador los apoyaría en sus elecciones locales a cambio de que ellos apoyen la boleta de Macri o de Massa para las presidenciales. Se disputan un botin de radicales del interior. El jefe del gobierno porteño y el tigrense parecen reproducir la mecánica K para generar alianzas. Exigen sumisión total a sus boletas en forma anticipada a cambio de apoyo para ganar las gobernaciones.
Este método traspolado a la gestión de un eventual gobierno nacional implicaría, quizás, el mismo modelo de no-federalismo actual: te apoyo como gobernador y te mando los recursos y las obras si me votas todas las leyes nacionales. Es precisamente el modelo que los que votan a Macri quieren cambiar.
En realidad, el verdadero acuerdo democrático y federal es a la inversa. Mauricio Macri debería aceptar un diálogo sobre las propuestas de algunos dirigentes nacionales de UNEN de marchar hacia unas elecciones primarias abiertas y simultáneas entre varios candidatos nacionales para que sólo uno, fortalecido por esa elección, enfrente al kirchnerismo.
Los perdedores podrían negociar con el ganador algunos espacios de poder según sus fortalezas objetivas: la lucha contra la corrupción, la economía, la inseguridad, la deuda, la reforma educativa, la justicia, la visión social, etcétera.
Massa no parece poder acordar una gran primaria nacional con Macri o con los radicales. Hay muchas distancias entre ellos. Pero sí tiene diálogos entablados con José Manuel De la Sota y con los Rodríguez Sáa.
A partir de un gran acuerdo nacional, entre jefes nacionales, con la definición de un candidato a presidente fuerte surgido de una primaria muy convocante, se ordenarían los apoyos de las provincias al futuro candidato presidencial. Y no antes.
Los jefes provinciales se subordinarán entonces a la mejor opción para las generales de 2015. Esto es: si Macri demuestra que le puede ganar a Cobos, Carrió y Sanz una primaria, será un Macri mucho más potente y abarcativo (cediendo espacios a sus perdedores) por lo cual caería de maduro que Gerardo Morales (Jujuy), José Cano (Tucuman), Julio Martinez (La Rioja), Oscar Aguad (Cordoba), Ricardo Buryaile (Formosa) y muchos otros radicales no tendrán otro remedio que apoyar a ese Macri fortalecido y no se irán a los brazos de un peronismo disidente de Sergio Massa.
¿Qué candidato radical provincial mandaría a votar a su gente en contra de un futuro gobierno integrado por el radicalismo aunque la cabeza de ese gobierno sea de otro partido?
A Macri le saldría mucho más barato un solo acuerdo por arriba, en la Nacion, que 24 acuerdos por abajo, en las provincias. Pero además le daría más impronta de estadista: no debe comenzar a negociar el “chiquitaje” sino acordar “la grande”. Por que “la grande” comprende todo lo demás. Regla básica en política. Pero hacen lo contrario.
En cambio, Macri negocia como un empresario, pretendiendo obtener la ganancia asegurada antes de comenzar el negocio. Imposible. El mismo error cometía en 2011 cuando finalmente terminó por no presentarse. Exigía a todos sus potenciales aliados e interlocutores una sumisión previa a su candidatura a presidente sin la validación de una interna.
Toda la historia política requiere de pruebas de legitimidad antes de la gran postulación final. Que por otra parte sirven para eliminarse entre los candidatos de sectores afines ideológicamente, evitando la división de fuerzas, para que surjan candidatos fuertes capaces de vencer a partidos opuestos en lo doctrinario. Ese es el sentido de las elecciones internas que se hacen en todo el mundo excepto en los regímenes de liderazgos personalistas o en los populismos.
En la Argentina, Alfonsín le ganó por abandono a De la Rúa en 1983; Menem venció en las urnas a Cafiero en 1988. Posteriormente De la Rúa batió a Chacho Alvarez en 1999 mientras que Duhalde incluía a su oponente Palito Ortega en la fórmula sin llegar a las internas. Sólo Kirchner y su esposa fueron candidatos elegidos a dedo. Y no son el mejor ejemplo de prácticas democráticas.
Por otra parte, las elecciones internas nacionales y los posteriores acuerdos de gobernabilidad con distribución de tareas y objetivos significarían regresar a la política con mayúsculas, a los acuerdos programáticos en serio. Hoy Macri, Cobos, Sanz, Carrió y hasta Sergio Massa predican el mismo discurso para salir del populismo y entrar en una etapa de recuperacióon económica, social, institucional y política.
¿Por qué les cuesta tanto pensar en competir en elecciones primarias si precisamente ellas les pueden ahorrar el trabajo de presentarse a las generales para perder? Es preferible perder antes que después.
Las elecciones internas (o primarias en el nuevo sistema) tienen un efecto beneficioso múltiple: generan una competencia sana entre pensamientos afines; despejan competidores de una misma ideología; consolidan a un electorado de diversos sectores afines; preparan mejor al candidato para la competencia contra el verdadero adversario a vencer, y ahorran tiempo y dinero en posteriores competencias abiertas y generales: si Macri, Carrió, Cobos o Sanz, no son capaces de ganar una primaria, ¿para qué irían a una general más desgastante en la que tambien saldrían derrotados y deberían financiar no una sino dos campañas?
Y a la inversa: los recursos se aprovecharían en forma más eficiente si en la general los usan mancomunadamente para un mismo proyecto y no en forma dispersa. El derroche de recursos en las campañas tambien debe ser eliminado de la política nacional.
Escuchá a Mariano Obarrio los sábados de 9 a 11 en “Unas Cuantas Verdades” por Radio El Mundo (o haciendo click acá)
Esta es la evidente diferencia entre un estadista como tuvo el país en la generación del 80 y un grupo de dirigentes que surgen frente al vacío de los partidos y personalizan la política sin pensar en que unidos pueden rescatar a esta Argentina sumida en la pobreza, la desocupación y el desprestigio internacional.
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Son todos de cabotaje la Opo. No se les ocurre que si van divididos, es muy difícil. Y el Ego es muy grande. Y hasta prefieren perder , así nunca se equivocan y siguen en el “negocio” de la politica. Si te fijas bien, no son tan diferentes unos de otros (hablo de los no K que tiene posibilidades)
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Excelente análisis. Sería deseable que los involucrados reflexionaran sobre el mismo y reconociendo que la política tiene que ver no solo con los personajes sino también con las ideas. tuvieran en cuenta al auditorio
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Excelente propuesta, Mariano. Ojalá te escuchen.
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