LA NACIÓN, miércoles 21 de enero de 2015
En medio de un clima de confusión y preocupación en la Casa Rosada, el gobierno de Cristina Kirchner siguió ayer de cerca la causa judicial por la muerte del fiscal del caso AMIA Alberto Nisman. Si bien hubo algún revés para la tesis oficial de “suicidio inducido”, la Presidenta y sus principales funcionarios mantuvieron en firme la hipótesis de que Nisman se quitó la vida el domingo “inducido por una mafia de espías” y en medio de “presiones y extorsiones”. Según confiaron a LA NACION altas fuentes oficiales, la Presidenta valoró como un elemento clave en favor de la hipótesis oficial del “suicidio inducido” el hecho de que el agente de la Secretaría de Inteligencia (SI), que había sido denunciado por Nisman, no pertenecería a ese organismo. El Gobierno le informó ayer al juez federal Ariel Lijo que Ramón Allan Héctor Bogado, acusado por Nisman de encubrimiento del caso AMIA, “no pertenece ni ha pertenecido” a la SI ni como personal de planta permanente ni contratado.
“Bogado era un marginal de la política con diálogo con gente del Gobierno que se presentaba ante los iraníes como agente influyente y no lo era. Esto desmorona la denuncia de Nisman y puede ser la causa de su desesperación”, argumentó un altísimo funcionario del Gobierno ante LA NACION.
El otro elemento que Cristina Kirchner consideraba “determinante” es que, según la actuación de la fiscal Viviana Fein, que investiga la muerte de Nisman, el fiscal de la AMIA le habría pedido el sábado su arma calibre 22 a un empleado de su fiscalía, Diego Angel Lagomarsino, a quien llamó dos veces para gestionarla. Según fuentes oficiales, “ello demuestra su voluntad de suicidarse”. La fiscal informó que Lagomarsino declaró ante ella que él mismo llevó la pistola por pedido de Nisman. Fuera de esto, en la Casa Rosada hubo fuerte preocupación cuando las pericias de barrido electrónico de pólvora sobre la mano derecha del cadáver dieron negativo, aunque la fiscal pedirá nuevas pruebas. También contradijo el relato oficial la aparición de una nota de Nisman a su empleada que contenía encargos para que hiciera las compras el lunes 19, un día después de su muerte. En la Casa Rosada no cayó bien que la ex esposa de Nisman, la jueza de San Isidro Sandra Arroyo Salgado, hiciera declaraciones en las que opinó que no creía que fuera “un suicidio” y se presentó como querellante para representar a sus dos hijas. Según el relato oficial, Nisman se suicidó instigado por el ex director de Operaciones de la Secretaría de Inteligencia (SI) Antonio “Jaime” Stiusso, que era su asesor en la investigación de la causa AMIA y que fue echado de la SI el 17 de diciembre último. El motivo del suicidio, según la versión oficial, sería que Nisman fue presionado por Stiusso a presentar una denuncia en plena feria judicial contra Cristina Kirchner y varios funcionarios del Gobierno, a los que acusó de encubrir a Irán en la causa AMIA mediante la firma de un acuerdo con Teherán en enero de 2013. Y que el fiscal habría advertido el sábado último que su denuncia no tenía respaldo político y judicial y que era endeble. Ésa es la tesis de Balcarce 50. Es por ello que los funcionarios de Cristina celebraron cuando el titular de la Secretaría de Inteligencia, Oscar Parrilli, difundió su respuesta al juez Lijo que decía: “Se hace saber que los señores Ramón Allan Héctor Bogado y Héctor Yrimia no pertenecen ni han pertenecido como personal de planta permanente, contratado, de gabinete ni personal transitorio”. El magistrado había pedido a Parrilli levantar el secreto de Estado que pesaría sobre la identidad de los agentes de inteligencia a los que Nisman imputaba en su denuncia. Durante la jornada, los funcionarios del Gobierno denunciaron que “se busca enlodar” a la Presidenta y pidieron investigar “presiones y extorsiones” sobre Nisman. El jefe de Gabinete, Jorge Capitanich, y el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, pidieron investigar “hasta las últimas consecuencias” si Nisman sufrió hostigamientos de ex integrantes del SI. En realidad, apuntaban a Stiusso. Ésa fue la línea de la Presidenta, que otra vez mediante su cuenta en Facebook señaló que con la denuncia de Nisman por encubrimiento se intenta “desviar, mentir, tapar y confundir” y afirmó que “se descubrirá a los autores” del ataque “cuando se sepa quiénes los encubrieron”. “En el caso del ¿suicidio? del fiscal a cargo de la causa AMIA, Alberto Nisman, no sólo hay estupor e interrogantes, sino que además una historia demasiado larga, demasiado pesada, demasiado dura, y por sobre todas las cosas, muy sórdida”, escribió la Presidenta. Y agregó: “Curiosa y sugestivamente se intenta convertir, 21 años más tarde, en encubridores por tratar de que se le pueda tomar declaración a los imputados iraníes mediante un Tratado Internacional aprobado por Ley del Congreso”..