De una escena trivial, de todos los domingos, podemos tomar el ADN de nosotros. En la Bombonera, hace años, muchos de quienes tienen ingreso a la tribuna popular baja se trepan a la tribuna alta. Con gran habilidad, destreza y rapidez, se suben por las rejas y mamparas como arañas. No importan las puntas de hierro ni las medidas de seguridad, colocan sus manos justo por donde no se lastiman.
La policía mira para un costado. Saben que eso ocurre y lo aprueban con su pasividad. Si todo ese ingenio se pusiera en respetar la ley ocurrirían mejores cosas y esos muchachos, apasionados, podrían incluso pagar una platea porque vivirían en un país con más oportunidades.