El papa Francisco suele hacer trascender que se reúne con frecuencia con Cristina, como lo hará el domingo 7 de junio, para contenerla y para que su mandato no termine en una crisis de gobernabilidad con un final anticipado. Nada más alejado de esa posibilidad. Nunca fue real. Nadie buscó ese objetivo y la Presidenta no encabeza un gobierno débil, sino al contrario: excesivamente fuerte y sin controles. Usa y abusa del poder como ningún presidente lo hizo desde el regreso de la democracia. La intervención papal, en ese punto, es innecesaria. Más que “cuiden a Cristina” la recomendación debería ser “cuídense de Cristina”.

La patrona de Olivos demoniza y estigmatiza por cadena nacional, todas las semanas, a todos quienes no opinan como ella. Alienta a sus jóvenes a que desde los patios de la Casa Rosada amenacen, también por cadena nacional: “Che gorila, che gorila, no te lo decimos más… Si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar”.

No hay peligro de que “no la cuiden” y de que algún trasnochado intente tumbarla contra toda la opinión pública.

Sí hay, en cambio, una intención declarada de los K, por impulso de ella, de que en los descuidos legislativos las huestes de la Doctora tumben a la Corte Suprema en pleno, ya sea a los cuatro miembros o al más viejito: Carlos Fayt. El objetivo es la impunidad presente y futura. ¿Cuiden a la Corte?

Luego de muchos descuidos de la oposición, ella controlará la Justicia con el nuevo Código Procesal Penal y con sus leyes de implementación. No será cuidadosa con los fiscales: reformó el Ministerio Público y buscará todo el poder, llenando el órgano “extrapoder” con todos los fiscales amigos de Justicia Legítima.

Nadie cuidó a Nisman, ni tampoco la escena del crimen, ni la investigación sobre su muerte ni a la denuncia que lo llevó a su final. ¿Cuiden a Nisman? Cristina se cuida sola. Promoverá jueces que cuiden sus espaldas en los fueros y en la Corte, intentará si puede aumentarla de 5 a 9 miembros. Pierdan cuidado…

Y los jueces que no la cuiden a ella se tendrán que cuidar del Consejo de la Magistratura donde se los perseguirá sin ningún cuidado. Un gobierno débil y a punto de extinguirse en una crisis no amenaza con tanto éxito, y permanentemente, a sus adversarios, ni a los fiscales, ni a los jueces, ni a los empresarios ni a los periodistas.

No sólo Cristina no sufrirá golpes de Estado (por suerte ya no son aceptados como recurso para el recambio en el poder) sino que intentará permanecer a través de sus herederos de La Cámpora en todos los estamentos del Estado:

-Controla 7500 nuevos concursos para ingreso en planta permanente en la administración pública,

-Tendrá mayoría en las listas de diputados y senadores nacionales,

-Predominio en las listas de legisladores provinciales,

-Incidirá en el nombramiento del vicepresidente

-Buscará nombrar vicegobernadores para que controlen el modelo.

Los vices estarán agazapados por si deben asumir la presidencia o la gobernación inesperadamente por defección del sucesor. Además de jueces y fiscales de Justicia Legítima.

¿Cuiden a Cristina o cuidensé de Cristina? El modelo sigue creando puestos de trabajo: en el Ejecutivo, en el Congreso, en el Poder Judicial, en las empresas públicas y en organismos descentralizados. Para cuidar a sus militantes. Y el que amenace a esa política es un “gorila y qué quilombo se le va a armar”. Muy poco misericordioso el mensaje para ser asidua visitante del Papa Francisco, discurso el de ella que divide y fragmenta entre “nosotros y ellos”.

Cristina maneja a su antojo y sin control parlamentario los superpoderes, el presupuesto, la coparticipación, los giros discrecionales a las provincias, las reasignaciones de partidas y nunca se desprendió de la emergencia económica. Somete a su arbitrio a gobernadores e intendentes, amenazados de no recibir los giros o de padecer los carpetazos de la SIDE.¿Es una presidenta frágil y a punto de caer?

Ella dictó una ley para barrer con un medio de prensa, Clarin, y para crear centenares de medios amigos, a los que sostiene con los recursos de todos. Para que la cuiden.

Se apoderó del fútbol, del negocio y de la TV, con los dineros públicos, para hacer propaganda durante durante varias horas los fines de semana. No parece debilitada como para tener que cuidarla especialmente.

Eliminó o margino a todos los organismos de control que cuidaban la plata de todos los argentinos y demoniza a los que no le responden, como la AGN, así como hizo con el propio presidente de la Corte. Ignora y descuida sus informes así como hace caso omiso de varios fallos del máximo tribunal y fustiga a la “justicia cautelar” o al “partido judicial”.

Usa a gusto las reservas del Banco Central y la caja de la Anses para financiar al Tesoro. Gasta sin control. En cuatro años triplicó los recursos de la Inteligencia de Milani y Parrilli para cuidarnos a todos. Pero fundamentalmente a ella. Maneja para “su” campaña electoral el presupuesto nacional de 1,2 billones de pesos, entre los cuales reparte 18,2 millones de planes sociales para continuar el clientelismo, el disciplinamiento político, y sin luchar contra la pobreza.

No está débil Cristina, ni a punto de ser derrocada por un golpe institucional. Solo la limitan los tiempos de la Constitución, las elecciones presidenciales de octubre y la alternancia democrática.

El problema es que Cristina no está acostumbrada a irse del poder. Desde que su marido ganó la intendencia de Rio Gallegos en 1987, su familia siempre tuvo más y más. Se acostumbró al abuso del poder. ¿Se irá al llano? ¿O querrá controlarlo todo por otros medios o por sus herederos? Por eso, mejor que “cuidar a Cristina” sería cuidarse de Cristina.