La Nación, miércoles 17 de junio de 2015
Carlos Alberto Zannini, un cordobés de 60 años y santacruceño por adopción, es la mano derecha de Cristina Kirchner. Con esa mano, la Presidenta escribe todos los decretos y leyes que luego aprueba el Congreso. El “Chino”, como se apoda, proviene del maoísmo de los años 70. Es uno de los funcionarios que Cristina heredó del fallecido ex presidente Néstor Kirchner y junto con Máximo Kirchner y con Eduardo “Wado” De Pedro, conforma la mesa chica de Olivos.
El 25 de mayo de 2003, al asumir, Kirchner lo designó secretario legal y técnico de la Presidencia. Como dijo De Pedro en su cuenta en Twitter, es la “memoria y el corazón” del kirchnerismo.
Sin dudas, con su figura Cristina dio ayer una clara señal de que quiere cogobernar con Daniel Scioli. Zannini es Cristina en su estado más puro. Con él, es la propia Cristina la que se metió dentro de la fórmula de Scioli. Es hoy, casi, un presidente en las sombras. Un “duro” del kirchnerismo.
Hasta ayer, Zannini era, además, el padrino político de la precandidatura presidencial de Florencio Randazzo en el Frente para la Victoria. Habían construido una excelente relación a fuerza de las constantes visitas de “El Chino” al despacho del ministro del Interior y Transportes. Las oficinas están a pocos metros una de otra sobre el Patio de las Palmeras. Incluso, Zannini había logrado sacarle el área de Transportes al ministro de Planificación, Julio De Vido, meses después de la tragedia de Once, en 2012, para dársela a Randazzo y que éste construyera su campaña presidencial con anuncios y logros.
Según altas fuentes del Gobierno, Zannini le había dado su palabra a Randazzo de que Cristina, a la hora de la verdad, le iba a dar su apoyo para vencer a Scioli. De allí que Randazzo se presentaba como “el candidato K puro”. En su última gran intriga, Zannini ungió a Scioli como el “candidato de Cristina”.
Ex detenido de la dictadura militar, Zannini tiene una personalidad parca y agresiva con quienes no conoce, o con quienes supone sus adversarios. Y es muy afable con sus compañeros de ruta. Si bien es buen orador, y tiene gran formación política, cultiva un bajísimo perfil y rara vez hace declaraciones públicas. No se destaca por su carisma.
Es autor y conocedor de todos los decretos y secretos del kirchnerismo. Diseñó, él solo, la estructura jurídica de 12 años de poder. Como ideólogo, era uno de los sostenes clave de la influencia del fallecido filósofo Ernesto Laclau en el matrimonio Kirchner. La teoría del conflicto permanente y la división de la sociedad como factor de poder es la bandera principal de Zannini.
Considera a la democracia una propiedad privada del líder político que obtiene más votos. Las minorías no cuentan. El sistema de contrapesos republicanos, la división de poderes y el control de la gestión son meras creaciones conservadoras. Es el autor intelectual de la “batalla cultural”, que difundió junto a la agrupación La Cámpora. Se trata de un reflejo actualizado de la “revolución cultural” maoísta, pero menos cruenta, que Laclau reivindicaba en su defensa del populismo.
Es el operador político más activo y poderoso del Gobierno. Es el monje negro del kirchnerismo. Urdió, y lo sigue haciendo, todas las intrigas de palacio de la Casa Rosada. Como apoderado del PJ, actúa como comisario político del peronismo. Y emisario de todos los mensajes de Cristina. Con esa mano dura manejaría eventualmente el Senado de la Nación.
Recibe en su despacho a dirigentes y a otros apoderados del peronismo, mantuvo una tensa convivencia con Juan Carlos Mazzón, a quien terminó desplazando de la Casa Rosada. Negocia y conversa con intendentes y gobernadores. Y diseña las listas de candidatos en todo el país: con su lapicera escribe lo que dicta Cristina Kirchner.
Durante la crisis por la muerte del fiscal Alberto Nisman, Zannini redactó en Olivos un duro pronunciamiento del PJ contra la prensa y el poder económico, y obligó a todos los gobernadores y miembros de la conducción del justicialismo a leerlo disciplinadamente. Nadie lo contradijo: sabían que era Cristina quien los instruía. Por lo bajo, Zannini es resistido por la mayoría de los gobernadores del PJ.
Nació en la ciudad cordobesa de Villa Nueva, el 27 de agosto de 1954. Se graduó como abogado en la Universidad Nacional de Córdoba. Hijo de padre albañil y madre ama de casa, simpatizante de Boca Juniors y aficionado al tenis. Solía quedarse hasta la madrugada con Néstor Kirchner hablando de política en Olivos. Almuerza y cena frecuentemente ahora con la Presidenta y sus hijos, Máximo y Florencia.
Zannini tiene cuatro hijos. Y dos de ellos con su segunda esposa, la actual, Patricia Alsúa. Comenzó a hacer política en los años 70, cuando militaba en Vanguardia Comunista, de extracción maoísta. En 1976, fue detenido por cuatro años en La Plata. Al ser liberado regresó a Córdoba y se recibió de abogado en 1981. En 1983, su amigo Roberto Arizmendi lo indujo a mudarse a Río Gallegos, y en 1984 conoció a Kirchner y a Cristina. Militó en la unidad básica Los Muchachos Peronistas en esa ciudad.
En 1987 Kirchner asumió la intendencia de Río Gallegos y lo designó secretario de Gobierno Municipal. En 1991, lo nombró ministro de Gobierno de Santa Cruz, y en 1999, Kirchner lo ungió presidente del Superior Tribunal de Justicia.
Dentro del Gobierno, fue el inspirador de La Cámpora y de Unidos y Organizados. También mantuvo la relación estrecha con el ex CEO de Torneos Alejandro Burzaco, en los contratos para Fútbol para Todos; interactuó con el ex presidente de la AFA Julio Humberto Grondona, y es el impulsor de los negocios de empresarios vinculados al kirchnerismo como Cristóbal López (Indalo) y Gerardo Ferreyra (Electroingeniería).
Además, Zannini fue un fuerte operador en la Justicia cuando Esteban Righi era procurador general de la Nación y lo es hoy con la actual procuradora, Alejandra Gils Carbó. En la ex SIDE mantuvo aceitados vínculos con Fernando Pocino, ahora hombre fuerte del organismo, y también con el jefe del Ejército, teniente general César Milani, que controla todo el aparato de inteligencia militar.
En mayo último, Zannini respiró aliviado: el juez federal Luis Rodríguez sobreseyó a su segundo, Carlos Liuzzi, por una causa de encubrimiento a favor de la financiera Propyme durante un allanamiento del juez federal Norberto Oyarbide..
Estamos cada vez mejor , los asesinos , los mayores delincuentes y en general los más corruptos e indeseables se encaraman a las listas electorales y seguramente nos gobernarán . Decididamente Argentina , país de corruptos . DIOS salve a nuestra nación .
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