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Durán Barba asusta al macrismo por el efecto de sus “Barba-ridades”

El asesor de campaña de Mauricio Macri, el ecuatoriano Jaime Durán Barba, le suele dar dolores de cabeza a muchos macristas por sus habituales “Barba-ridades”. El Equipo de Comunicación del PRO, compuesto por Marcos Peña y el mismo Durán, considera que son genialidades de un excéntrico, que producen éxitos electorales desde 2003, pero los operadores políticos macristas temen que sean manotazos piantavotos justo en momentos en que no deben cometer errores para ganar las presidenciales.

“Nosotros tenemos que entender a la gente. Si la gente cree que Scioli es un buen gobernador -el 65% lo piensa-, pues Scioli es un buen gobernador. ¿Es Maquiavélico? No, es acercarse a la gente. Si la gente cree que la Virgen de Guadalupe es una atorranta, pues lo será hasta que se demuestre lo contrario”.

Surge a la vista una primera contradicción. Durán Barba dice que sus encuestas indican que el 60% de la gente, o más, quiere un “cambio” político en la Argentina. Incluso, sobre esa idea fuerza el ecuatoriano fundó la campaña de Macri. ¿Cómo es que ahora sostiene que hay que aprovechar el “optimismo del conurbano” y que un 65% piensa que Scioli es un buen gobernador? A primera vista, es como entender la cuadratura del círculo.

Por otra parte, la Virgen de Guadalupe es la patrona de México y de América del Sur, la advocación quizás más venerada entre los americanos, con un santuario imponente en el Distrito Federal del país azteca. No se puede tratar con tamaña falta de respeto a la Virgen María. Sin dudas, fue una comparación poco feliz. Desgraciada.

“Esto de Aerolíneas y demás… la idea es ir hacia una Argentina que se expande, que sea distinta. Para mí fue muy difícil de entenderlo, porque hay muchos prejuicios que yo también tenía”.

¿Cuál es el prejuicio? Se supone que Macri dice que Aerolíneas está mal administrada. No se entendería que su principal asesor político diga que eso es sólo un “prejuicio”.

Macri tiene ante sí demasiadas demostraciones de que los Equipos de Comunicación o de Marketing político no deben ser la “conducción política” de un frente electoral o partido, así como tampoco la Dirección de Márketing de una empresa no debe ocupar las funciones de su directorio o de su presidente, que deben marcar el rumbo general.

“Tenemos que comprender que las realidades son distintas. Cuando le preguntamos a esa gente cómo está el país, cómo está su familia, notamos que el optimismo ha crecido brutalmente en el conurbano en los últimos meses. Podemos decir que son unos idiotas o mostrarles que un cambio les puede mejorar la vida”.

Otra vez. ¿Si el optimismo ha crecido brutalmente, por qué dicen que la mayoría quiere un cambio? De esta confusión nace el complejo del macrismo, revelado recientemente, de relativizar el cambio, que era su principal argumento. En lugar de explicarlo, intentaron desestimar su importancia.

“Me da mucha bronca que la Argentina sea el último país del mundo que tiene esta boleta idiota. Con esta boleta tenemos que pactar con otros partidos para que nos den los punteros que necesitamos para robarle las boletas a los otros. Mandemos al diablo eso y tengamos voto electrónico”.

Por lo visto, a Duran Barba no le gustan los pactos políticos. Su visión es más bien sectaria. Todos son malos menos la propia facción. Y si se pacta con otros partidos, es exclusivamente para usarlos para que “nos den los punteros que necesitamos para robarle las boletas a los otros”.

No parece ser esa la “nueva manera de hacer política” que anuncia Macri. El sistema de voto con boleta es obsoleto y hay que cambiarlo. El sistema electrónico de la Ciudad se probó existosamente. Bienvenido. Pero el sentido de los acuerdos políticos no debe ser exclusivamente la componenda electoral, sino la construcción de grandes acuerdos que construyan legitimidad y políticas de Estado para sacar el país adelante, sin mezquindades, soberbias ni sectarismos. No son PRO.

Duran Barba comparó a Macri con Hugo Chávez, Rafael Correa y Evo Morales: “Son iguales, porque representan el anti sistema. Ellos demostraron que los cambios no se hacen con las viejas estructuras partidarias”.

Se supone que Macri no es un líder populista, como los tres que menciona el ecuatoriano. Tampoco prescindió de las viejas estructuras políticas. Agrupa en PRO a viejos sectores del peronismo, de la UCR, la Ucedé, Recrear, el MID y Acción por la República, entre otros viejos tradicionales partidos políticos de la Argentina. Y no está mal que así sea. ¿Por qué renegar de la política si precisamente lo que hace falta es buena política?

El relato de Duran Barba, de que la política no debe existir, es tan falso como el relato de Cristina de pretender que no existen las reglas económicas: que emitir no genera inflación, que el gasto público no termina a la larga en una corrida o estampida del dólar o de la inflación. La política tiene sus reglas: los acuerdos, los frentes, la suma de voluntades. Y no los purismos falsos que terminan en experiencias autoritarias, sectarias o en fracaso.

Y en materia de discurso, siempre en política ganó el que supo interpretar mejor los sueños y las necesidades de una sociedad en cada momento y proyectarlos hacia el futuro. Eso determinó el discurso político y la publicidad se amoldaba a ese patrón. No al revés: nunca la publicidad o el márketing determinó el discurso político.

Son tan necios los que reniegan de la publicidad de campaña como los que desconocen la política. Pero cada cosa debe ocupar su lugar y una no debe ocupar el espacio de la otra.

Por otra parte, el “antisistema” del chavismo es todo lo que una democracia no debe ser: el socialismo del Siglo XXI es más clientelista que el peronismo de las provincias del Norte argentino, es un sistema regido por el poder militar del Ejército Bolivariano y con persecución de disidentes y detenciones para los opositores.

El ecuatoriano Rafael Correa, compatriota de Durán, aplica también represión a los periodistas que ejercen la libertad de prensa y ha fundado un poder político autoritario. En esos países, el Congreso, la Justicia o los controles democráticos son tratadas como meras “instituciones conservadoras” que solo buscan detener las supuestas transformaciones del pueblo. Y la democracia sólo se reduce a la elección de un lider de masas que puede y debe gobernar a su arbitrio.

Pero no es la primera vez que Duran Barba tropieza con sus propias “Barba-ridades” y en el pasado debió dar más explicaciones que cualquier consultor político en la historia argentina. Fue cuando dijo que “Hitler era un tipo espectacular” a la revista Noticias y luego pidió disculpas al recibir críticas masivas, incluso del propio Macri.

También le dio otro fuerte dolor de cabeza a los macristas en 2011 cuando señaló que Cristina Kirchner “es una excelente política. Renovó al peronismo de una manera impresionante y es una excelente oradora. La prensa le critica cosas que me parecen bien, como la incorporación de jóvenes de La Cámpora”.

Durán Barba quizás no tomó nota de que la incorporación de jóvenes de La Campora en el Estado fue ruinosa para los recursos del Estado. Este detalle no es menor. No son los más aptos para administrar: lo demuestran a diario el presidente de Aerolíneas Argentinas, Mariano Recalde; el propio ministro de Economía, Axel Kicillof; el secretario de Comunicaciones, Norberto Berner; el viceministro de Justicia, Julián Alvarez; la secretaria de Energía, Mariana Matranga; el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Carlos Bianco; el secretario de Comercio, Augusto Costa; o su subsecretaria de Comercio Exterior, Paula Español, entre muchos otros. Todas esas gestiones están cuestionadas por todos los dirigentes de la oposición e incluso de PRO.

Durán Barba dijo además que Cristina Kirchner sería “una muy buena clienta. Es muy inteligente, habla bien, hizo su carrera política por sí misma. Tiene muchos méritos, pero si tuviera un buen consultor, le iría mejor”.

Ningún dirigente político se sentiría tranquilo si su propio consultor elogia tanto a su adversario y menos si le da consejos por los diarios, esos consejos para los cuales ese mismo dirigente debe pagar fortunas.

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