Como es el plan gradual de Macri para bajar la inflacion

Mauricio Macri dijo en público y en privado que su principal obsesión es bajar la inflación. Se crea la Comisión de Defensa de la Competencia, que dirigirá Esteban Greco, un economista de la Universidad Di Tella. Estará en la órbita del ministro de Producción, Francisco Cabrera.

Pero la puesta en marcha de un sistema online de monitoreo de precios para informar a los consumidores y alentar la competencia estará recién dentro de 45 días.

La Casa Rosada también evalúa abrir las importaciones, por ahora las de carne, para aumentar la oferta. Pero es un último recurso: pueden peligrar muchos puestos de trabajo.

También Macri cree que la menor demanda por el enfriamiento de la economía puede desacelerar la inflación. El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, había dicho que en enero estaría en 3%. Pero el índice de la Dirección de Estadísticas y Censos de la Ciudad de Buenos Aires fue del 4,1%.

El dato preocupó más. La dinámica de los precios inquieta por el impacto político a mediano plazo.

El Presidente está íntimamente convencido de que el control de precios, al estilo Guillermo Moreno, no es la solución aunque sancionará con aquellas herramientas institucionales a formadores de precios o a quienes cometan abusos de posición dominante y prácticas de cartelización.

El remedio real, según Macri, es la política monetaria y fiscal. Pero tendrá efecto en el mediano plazo.

El déficit primario es de 5,8% del PBI y si se agrega el 2,2% de déficit financiero resulta que el desequilibrio total es de 8% del PBI. 

Según fuentes de la Casa Rosada, Prat-Gay prevé bajar el déficit fiscal en 1% del PBI en 2016, lo que equivale a 75.000 millones de pesos: de 5,8% en 2015 (7,1% si se computa la deuda flotante, lo que el Estado debe a sus proveedores) a 4,8% en 2016. Es el resultado de una baja del gasto total del 3% del PBI y una pérdida de ingresos de 2%.

La poda del gasto es así: la primera etapa de eliminación de subsidios en luz, gas y agua lo bajará en 2% del PBI (150.000 millones de pesos). Y el recorte de gastos de la administración será 1% (75.000 millones): habrá racionalización en sobreprecios, corrupción, despidos, interrupción de contratos con “ñoquis”, compras y contrataciones no transparentes. Este último plan es de todos los ministerios coordinados por el de Modernización, Andrés Ibarra. Suma de recorte de gasto: 3% del PBI: 225.000 millones.

La pérdida de ingresos se da por la eliminación y rebaja de retenciones (agro, economías regionales y minería), que implican una baja de recursos de 1% del PBI (75.000 millones). Y la salida del cepo cambiario, otro 1%: se deja de cobrar el 20% del dólar ahorro y el 35% del dólar tarjeta y se devuelven a quienes no pagan Ganancias. Suma de la baja de ingresos: 2%. O sean se pierden recursos por 150.000 millones. Resultado neto: el gasto baja 1%. O sea 75.000 millones, peso más peso menos. Esa es la previsión de Macri y Prat Gay.

Otras medidas impositivas y fiscales se neutralizan, según el Gobierno. La futura suba del mínimo no imponible de Ganancias, la rebaja del IVA y el aumento de asignaciones familiares tendrían un impacto fiscal de 0,7% del PBI, unos 52.000 millones de pesos. Pero según quienes siguen los números en la Casa Rosada se compensa con los mayores ingresos por exportaciones vía la devaluación de casi 15 pesos por dólar.

Y el aumento en las jubilaciones y en la asignación universal por hijo (AUH) es automático por el aumento de la recaudación.

En medio de ello, el Banco Central bajó la emisión monetaria del 40% en diciembre a un 28% en enero. La entidad que dirige Federico Sturzenegger seguirá bajando la emisión a medida que baje el déficit.

Macri está en un brete: los economistas ortodoxos, incluso algunos en el Gobierno, consideran demasiado gradual el ajuste de 1% del PBI. Y los opositores del kirchnerismo dicen que es un ajuste salvaje.

Cerca de Macri explican: “Es el costo de una transición dirigida a normalizar la economía”. El crecimiento en 2016 será moderado, de apenas 0,5%, y la meta de inflación, de 20 a 25%. Pese a los altos índices de inflación en diciembre y enero, Prat Gay y Macri apuestan todo a una caida de precios en el segundo semestre.

Y de allí hacia los próximos años. Prat Gay prevé que el indice de precios descienda a un franjas de entre 12 y 17% en 2017; del 8 al 12% en 2018 y al 5% en 2019.

“Con la economía normalizada, en los tres años siguientes el crecimiento rondará el 4%”, dicen en el Gobierno. Para ello, Macri apuesta a generar nuevas inversiones industriales y en obra pública y a atraer financiamiento local e internacional.

La reducción del déficit sería entonces más acelerada por crecimiento de ingresos, por mayor financiamiento externo e interno, y por “mejor gestión del gasto”.

Para 2017 se estima que el déficit sea de 3,3% del PBI, para 2018 1,8% y en 2019 estiman que será de 0,3%. Es la manera que tiene Prat Gay de atacar el problema sin hacer un recorte brutal, sin prisa y sin pausa. Por eso dijo que terminar con la inflación en dos meses implicaría un ajuste salvaje.

Para todo este plan es clave el acuerdo con los holdouts –el Gobierno cree que lo logrará en algunas semanas- para así obtener financiamiento en el mercado de capitales internacionales para un plan de infraestructura y para financiar a los sectores público y privado. El crecimiento es la apuesta más que el ajuste del gasto, que lo habrá.

Así las cosas, el 4,8% de déficit de 2016 se financiaría, por un lado, con una emisión monetaria decreciente, y al mismo tiempo con crédito interno y externo.

Por otra parte, el flujo positivo de los créditos del BID, Banco Mundial y la Corporación Andina de Fomento –la diferencia entre los préstamos y lo que se paga- será de 1500 millones de dólares en 2017 y solo “algo positivo” en 2016. Eso se destinará a las obras públicas. Con lo que también se busca crecer.