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Falleció Juan Carlos Mazzón, el histórico operador del peronismo

Sábado 08 de agosto de 2015 | Publicado en edición impresa

Tenía 71 años y sufrió anoche un infarto; fue funcionario de Menem, Duhalde, Néstor y Cristina Kirchner; desde marzo, cuando fue echado del Gobierno, trabajaba con Scioli

 

En forma inesperada, falleció a última hora de anoche el histórico operador del peronismo Juan Carlos Mazzón como producto de un infarto masivo. La noticia causó estupor y una honda consternación en todas las filas del justicialismo, movimiento político en el que había militado desde cundo era joven en los orígenes de la agrupación Guardia de Hierro.

El dirigente, que cultivaba un bajísimo perfil pero era el referente obligado de todos los jefes territoriales del interior, vivió sus últimas horas en su casa particular. En medio de una profunda tristeza, su entorno familiar no había decidido anoche el lugar de su velatorio.

En los últimos meses, Mazzón había comenzado a trabajar junto al gobernador bonaerense y candidato presidencial del Frente para la Victoria, Daniel Scioli, en la campaña con miras a las elecciones primarias de mañana. Mazzón buscaba un recambio en el PJ que le diera mayor peso al peronismo histórico y superara las tensiones con el kirchnerismo.

En medio de la conmoción, Scioli publicó en su cuenta de Twitter un mensaje de condolencias. “Despido con profundo dolor y gratitud a Juan Carlos «Chueco» Mazzón, gran compañero y referente histórico del movimiento nacional justicialista.” Dirigentes del PJ de todo el país comenzaron a movilizarse para darle su último adiós.

En los últimos tiempos, además, Mazzón trabajaba junto con su hijo Mauricio en darle impulso al Instituto Gestar, un centro de estudios y capacitación política de dirigentes del peronismo.

Como dirigente, siempre se dedicó a la conformación de alianzas, acuerdos, operaciones políticas y estrategias del PJ para conquistar el poder, mantenerlo o recuperarlo allí donde se había perdido. En esa función, actuó como funcionario de los gobiernos de Carlos Menem (1989-1999), de Eduardo Duhalde (2002-2003), de Néstor Kirchner (2003-2007) y de Cristina Kirchner (2007-2015).

En marzo último, la presidenta Cristina Kirchner le pidió la renuncia porque Mazzón había armado una estrategia electoral en Mendoza en la que desplazó a La Cámpora de todas las listas de candidatos del PJ para las elecciones de gobernador y de legisladores provinciales.

La Presidenta lo alejó del cargo de coordinador de Asuntos Políticos e Institucionales de la Unidad Presidente, con oficina en el primer piso de la Casa Rosada. De inmediato, se mudó a sus oficinas de Congreso y alternó con las del equipo de campaña de Scioli, en el microcentro porteño.

Desde muchos meses antes ya trabajaba para Scioli y eso no era bien visto por el kirchnerismo duro que hasta entonces no había ungido al gobernador bonaerense como su candidato.

Mazzón conocía a cada uno de los dirigentes del peronismo del país, ya fuera de primera línea, segundas y terceras líneas, desde gobernadores hasta concejales. Era un virtual ministro del Interior para el armado del peronismo.

Cuando se le preguntaba a quién iba a apoyar en las siguientes elecciones, él siempre respondía: “Al peronismo”. Su mirada cómplice revelaba sus objetivos.

Su propósito siempre fue “peronizar” al kirchnerismo y era un experto en el armado de alianzas. Su permanente aspiración era juntar al peronismo con todos los partidos locales posibles en cada distrito, municipio o provincia y, en un juego de ajedrez, alentar la división de los adversarios.

Mazzón nació en Santa Fe, de niño sufrió una enfermedad en su pierna que lo dejó rengo y de allí su apodo, “el Chueco”. Pero hizo toda su carrera política en Mendoza, desde donde se convirtió en el mentor de José Luis Manzano. El operador también siempre mostró gran habilidad para tejer alianzas en el Congreso para asegurar las leyes que al gobierno peronista de turno le hicieran falta.

Un dirigente con trayectoria

  • Néstor Kirchner nombró en 2003 a Juan Carlos Mazzón como coordinador general de Asuntos Políticos Institucionales de la Unidad Presidente. Cristina lo echó en marzo de este año por supuestas diferencias en el armado de las listas electorales en Santa Fe y en Mendoza.
  • Santafecino, de 71 años, Mazzón tuvo un rol similar durante la presidencia de Eduardo Duhalde. En el peronismo, se inició en la agrupación Guardia de Hierro, en las antípodas del peronismo revolucionario.

Apuntes y enseñanzas que dejó El Chueco

Haber conocido al Chuego Mazzón fue haber tenido acceso a la historia del peronismo por una de sus grandes puertas. En largas charlas con este dirigente de bajísimo perfil pero conocido por todos se podía advertir la importancia real de la “unidad y la lealtad” en el peronismo. En ese partido, donde reinan las traiciones personales, la única lealtad permanente es con el movimiento, porque en el compromiso de unidad es donde se juega la supervivencia del PJ en el poder o la recuperación del poder perdido.

Su secreto para el éxito, como operador del justicialismo en todos los terrenos, era juntar a todos los sectores del peronismo para una elección y también a todos los partidos que se pudieran congregar en algún frente electoral comandado, obviamente, por el peronismo. Podían confluir partidos provinciales, vecinales o nacionales, no importaba, si el objetivo era que un peronista estuviera al frente como candidato. Luego, ese peronista le garantizaba vida y ejercicio de poder al resto del partido y repartía espacios a todas las líneas.

La otra parte del secreto era intentar dividir lo que hubiera enfrente. Muchas terceras o cuartas fuerzas de las provincias podían recibir apoyo del peronismo en el poder con tal de que presentaran candidaturas que le restaran votos a la verdadera alternativa. De ese modo, se produciría el escenario más apetecible para un peronista: ir unido contra una oposición dividida. Para esto, Mazzon contaba habitualmente con la complicidad involuntaria de los partidos opositores, de por sí proclives a dividirse en varias alianzas o frentes.

En realidad, todos los partidos nacionales, con aspiraciones de poder, deberían tener un Chueco Mazzón. Pero lo cierto es que Mazzón había uno solo y estaba en el peronismo. Los dirigentes de la oposición nunca entendieron el valor y la importancia de ese estribillo de la marchita que dice “todos unidos triunfaremos”. En realidad, la unidad siempre aparece en el peronismo para las elecciones, porque durante los interregnos sin urnas predomina la heterogeneidad cuando no las peleas y enfrentamientos, más o menos violentos.

En la oposición ocurre lo contrario: se unifican durante épocas no electorales para hacer pronunciamientos, pero se dividen a la hora de presentar candidaturas o listas.

También Mazzón era muy directo para explicar los grandes acontecimientos del país. Luego de la derrota rotunda del kirchnerismo en 2013 un periodista se acercó a su oficina para preguntarle sobre su análisis de los números y el motivo de la derrota. “¿Qué interpretación hago? Nos rompieron el culo. ¿Viste cuando te rompen el culo porque hacés todo mal? Bueno, eso” Y lanzó una carcajada contagiosa que no dejaba lugar a ninguna pregunta más.

De todos modos, no había necesidad de seguir preguntando: solo desmenuzaba distrito por distrito, marcando errores y fortalezas propios y ajenas. Se aprendía de política conversando con Mazzón. Era en cierto modo un maestro de periodismo político. Hablaba lo que tenía que hablar y callaba lo que debía callar. Su mirada era inteligente, aunque su dicción cerrada, a veces, era una herramienta para decir cosas que no quería que fueran del todo escuchadas.

Era un profundo defensor, a su manera y desde su lugar, de la libertad de prensa. El fallecido ex presidente Néstor Kirchner lo presionó de manera muy fuerte, cierta vez, para que no siguiera conversando con este cronista durante una crisis politica que había en La Rioja. Kirchner se había enterado de una conversación telefónica mediante informes de inteligencia que contenían escuchas en tiempo real.

Minutos despues de ser informado del contacto telefónico, lo convocó a su despacho para decirle que no siguiera hablando con este enviado porque seguramente lo iba a traicionar porque la prensa no tenía códigos.

Pero el dirigente había caminado la calle durante varios años y no estaba para obedecer a pie juntillas cualquier capricho. Por respeto a la investidura congeló los contactos por un tiempo. Pero no consideraba que los periodistas eran peligrosos, ni conspiradores, ni gorilas ni opositores. Asumiendo riesgos, colocándose más allá del bien y del mal, el Chueco se bancó la apretada y al poco tiempo siguió atendiendo cada vez que pudo a este cronista, respondiendo a las preguntas y a las inquietudes periodísticas lógicas. Mantuvo su palabra.

Mazzón había entendido desde los años 70 el valor de la pluralidad y la tolerancia, la importancia del derecho a la informacióin y de la libertad de expresión. Era un peronista democrático, que podía dialogar con sus opositores y con los de uno y otro palo del peronismo y de la prensa. Se sentaba con empresarios, sindicalistas, curas y obispos, y no tenía prejuicios de ningún tipo. En realidad, siempre despreció a los autoritarios sin causa y a los revolucionarios de café, aunque se cubrieran con el escudo del PJ.

Eso no lo convertía en un tibio, ni mucho menos. Era firme cuando debía transmitir una orden de su jefe político. Pero sabía perfectamente la necesidad de su interlocutor de turno y estaba dispuesto a acudir en su ayuda. Usaba para ello los metodos de las amistades personales o los de la política.

Estaba preocupado por la presencia de tanto kirchnerismo en las listas de Daniel Scioli. Consideraba que en caso de llegar al poder el candidato presidencial del peronismo, rodeado del PJ tradicional y superando las tensiones de la etapa kirchnerista, debía buscar alianzas en otros partidos en el Congreso, como el radicalismo y el peronismo escindido de De la Sota, Verna, Massa y Rodríguez Saá, para equiparar la posible tensión interna que pudiera sufrir Scioli. Si uno le preguntaba para qué candidato trabajaría en el futuro inmediato, en todas las épocas, Mazzón respondía con una sonrisa: para el peronismo. Mazzón es parte de la historia del peronsimo.

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