LA NACIÓN, domingo 27 de septiembre de 2015
El sorpresivo pronóstico de Estela de Carlotto, que anticipó que Daniel Scioli será un buen presidente de “transición a la espera del regreso de Cristina (Kirchner)”, abrió una discusión dentro del Gobierno, que dejó al descubierto que hay sectores que juegan a que, en caso de que Scioli gane las elecciones del 25 de octubre, la Presidenta vuelva al poder dentro de cuatro años. Y otros que ya apuestan a que el candidato presidencial del Frente para la Victoria (FPV) gobierne por ocho años.
Esa división, según pudo saber LA NACION, se produjo en la propia agrupación ultrakirchnerista La Cámpora. Entre los que impulsan un “operativo retorno” están el jefe espiritual camporista, Máximo Kirchner, hijo de la mandataria, y los diputados Andrés “Cuervo” Larroque y Juan Cabandié, junto a la mayoría de la militancia juvenil.
“Ellos quieren que vuelva Cristina en 2019, no confían en Scioli”, dicen en el primer piso de Balcarce 50. “Incluso algunos más que Carlotto”, arriesgó una alta fuente oficial.
Sin embargo, otros dirigentes camporistas de primera línea que aún reportan a la Presidenta se alinearon decididamente con Scioli como proyecto a ocho años: son los que impulsan un crecimiento de La Cámpora como una línea interna más dentro del PJ, con el avance sobre más cargos públicos, bancas legislativas, intendencias y gobernaciones. El “ala camporista sciolista” está integrada por dirigentes de peso: Eduardo “Wado” De Pedro, secretario general de la Presidencia; Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas, y José Ottavis, senador provincial bonaerense.
“Ellos no dejarán de lado a Cristina, pero quieren que ella se sume a un gobierno de Scioli”, aseguraron a LA NACION altas fuentes de la Casa Rosada. “Todo esto es relativo. Si Scioli es presidente en octubre, y le va muy bien, en 2019 será reelecto. Si le va mal, lo heredarán Macri, Massa o quien surja como líder de la oposición”, estimó un funcionario.
Dentro del gabinete, quienes impulsan el lema “Volveremos” son los “ultras” Carlos Zannini, secretario legal y técnico y candidato a vicepresidente de Scioli; Axel Kicillof, ministro de Economía, y Oscar Parrilli, director de la AFI (ex SIDE). Son un bloque de “kirchnerismo a ultranza no pejotista”. Y profesan la doctrina Carlotto.
La presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo dijo la semana última que “Scioli puede ser una buena transición a la espera del regreso de Cristina”.
Luego le fue a pedir perdón al gobernador bonaerense a Villa La Ñata y éste la bendijo: “No me expliques nada”.
“Su frase fue muy desafortunada. Nadie elige un presidente de transición. Además, Estela es la más sciolista de los derechos humanos. Su hijo Remo Carlotto es secretario de Derechos Humanos de la provincia que gobierna Scioli y podría ser ministro del área si éste llega a presidente. Era una frase más para Hebe de Bonafini”, dijo un ministro nacional, pero que hace meses milita en el sciolismo.
En estos días, el clima en Balcarce 50 es de fuerte nostalgia para los sectores más románticos del kirchnerismo. Añoran la salida y la pérdida del poder. No quieren quedarse con Scioli, en caso de que gane.
Esos fundamentalistas de Cristina son Nuevo Encuentro, de Martín Sabbatella; Kolina, de Alicia Kirchner; los intelectuales de Carta Abierta, que lidera Ricardo Forster, y las agrupaciones de derechos humanos como Madres de Plaza de Mayo, de Hebe de Bonafini; Abuelas de Plaza de Mayo, de Carlotto, y el CELS, de Horacio Verbitsky. Nadie descarta que Cristina Kirchner se presente como candidata a senadora en 2017 y que Zannini se transforme en un vicepresidente “militante” si Scioli traiciona abiertamente el modelo económico K. Sería el preludio de un “operativo retorno” en 2019.
El punto de mayor conflicto con Scioli, anticipan en la Casa Rosada, será su relación con el Grupo Clarín. “Scioli cree en Clarín”, dicen cerca de Olivos. Cristina espera de Scioli que termine de forzar la desinversión del multimedio ordenada por la ley de medios audiovisuales. Pero algunos ministros desestiman que esa norma sea aplicada por Scioli.
En el kirchnerismo sospechan que Scioli aprobaría la compra de Clarín del 49% de Nextel y ello generó nerviosismo en Cristina. “No nos expresamos sobre ningún tema nacional por respeto a la Presidenta”, dijo un funcionario sciolista. Los otros factores de discordia podrían ser una rebaja de retenciones al agro y una suba de tarifas públicas.
El gran conglomerado de Unidos y Organizados, que debía contener a todas las agrupaciones K, está en franca disolución. Los objetivos de ellas se bifurcan: hay militancia (incluso camporista) que comienza a migrar al sciolismo.
Además de De Pedro, Ottavis y Recalde, los que apuestan a un Scioli por ocho años son los sindicatos de la CGT, el Movimiento Evita, de Fernando “Chino” Navarro; el Frente Transversal, de Edgardo Depetri y Oscar Laborde; Miles, de Luis D’Elía; el Partido Comunista, de Patricio Echegaray; el Movimiento de Unidad Popular (MUP), de Federico Martelli; el Movimiento Octubres, de Gastón Harispe, y la Tupac Amaru, de Milagro Sala.
Todos ellos se reunieron con Scioli la semana pasada para manifestarle su respaldo incondicional.
Los ministros de origen peronista apuestan también a Scioli por ocho años. El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, negó un regreso de Cristina. Pero, en su caso, aspira a ser gobernador para luego probar suerte con la presidencia de la Nación.