LA NACIÓN, VIERNES 11 DE DICIEMBRE DE 2015
La ceremonia sobria, breve y estrictamente protocolar marcó un cambio de estilo. El presidente recién asumido, Mauricio Macri, recibió ayer los atributos del mando, el bastón y la banda, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, de manos del presidente provisional del Senado, Federico Pinedo. Sin ovaciones estridentes ni militancia dentro del palacio, se encaminó luego al histórico balcón y le dirigió un mensaje de optimismo a la Plaza de Mayo, colmada de simpatizantes.
El respeto al ceremonial no le impidió dar rienda suelta a la emoción. No se privó de bailar al ritmo tropical de Gilda, acompañado en los coros por una improvisada cantante, su vicepresidenta, Gabriela Michetti.
La gran ausente fue la ex presidenta Cristina Kirchner, que había rechazado traspasarle el mando a Macri en la Casa Rosada y generó un conflicto en la última semana, que bordeó la gravedad institucional, en medio de un absurdo cruce de acusaciones.
Por eso los abrazos de Macri a Pinedo, a Michetti, y a los presidentes de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y de la Corte Suprema, Ricardo Lorenzetti, los cuatro sobre el estrado, recobraron un significado especial. Se cerraba así una página oscura en la historia de las transferencias presidenciales.
Cuando se retiró de la Casa Rosada, consultado por LA NACION en el Salón de los Bustos sobre su primera impresión, Macri enfatizó: “Siento mucha emoción, mucha emoción”. Otro signo de cambio de estilo. Todos los vallados internos de la Casa Rosada fueron removidos. Se podía circular libremente.
A la multitud le dijo que “esta Argentina la construimos todos juntos”.
Y los despidió a voz en cuello: “Un beso enorme, los amo. Amo a este país y a cada uno de ustedes. Por ustedes y con ustedes vamos a construir la Argentina que soñamos”.
Todo ocurría velozmente. Llegó a las 12.56 junto a la primera dama, Juliana Awada, en un VW Touareg blanco, escoltado por los granaderos. Venía desde el Congreso de la Nación. “Y ya lo ve, y ya lo ve. Para Cristina que lo mira por TV”, le corearon.
A las 13.20, Pinedo le dio el bastón y la banda, que Macri levantó y dedicó a su esposa e hija, ante el aplauso ruidoso de los 250 invitados especiales. Sólo 13 minutos más tarde, el presidente salió al balcón y exclamó: “Los argentinos merecíamos vivir mejor y estamos a punto de empezar una etapa maravillosa”.
Con otros presidentes
Al bajar del estrado, Macri saludó a los presidentes extranjeros: e, de Brasil, con quien se reu-nió luego en su despacho; Michelle Bachelet, de Chile; Juan Manuel Santos, de Colombia; Evo Morales, de Bolivia; Rafael Correa, de Ecuador; Ollanta Humala, de Perú; Horacio Cartes, de Paraguay, y el rey emérito de España, Juan Carlos I.
De las delegaciones extranjeras sobresalieron el secretario de Transporte de los Estados Unidos, Anthony Fox, y la subsecretaria para el Hemisferio Occidental del Departamento de Estado de ese país, Roberta Jacobson, además de delegados de la Unión Europea, China, Rusia y Japón.
Al retirarse, Macri saludó a su padre, el empresario Franco Macri. Completaban el protocolo los ministros y funcionarios entrantes y los ex presidentes Fernando de la Rúa, Eduardo Duhalde y Ramón Puerta, además de los miembros de la Corte Suprema y del Parlamento. También participaron el presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor José María Arancedo, y el enviado del Vaticano, el Nuncio Apostólico en Paraguay, Eliseo Antonio Ariotti.
Entre el auditorio se mezclaron la conductora televisiva Susana Giménez; el presidente del club Boca Juniors, Daniel Angelici, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodriguez Larreta; su jefe de Gabinete, Felipe Miguel; el vicejefe, Diego Santilli; la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y el asesor Jaime Duran Barba.
Estuvieron además Fernando Niembro, Miguel del Sel, el histórico operador radical Enrique “Coti” Nosiglia y el dirigente sindical Gerónimo “Momo” Venegas.
Hubo también cambios en la estética de la cadena nacional. El histórico locutor oficial de la Casa Rosada, Juan Carlos Villarreal, reemplazó a la militante Natalia Paratore, que presentaba las ceremonias como fiestas kirchneristas de la “presidenta de los 40 millones de argentinos”.
Apareció, además, el escribano general de Gobierno adjunto, Horacio D’Alvora, que sustituyó al histórico Natalio Etchegaray. Éste había elevado un dictamen por el cual el mandato de Cristina Kirchner terminaba ayer a medianoche y eso le restaba chances a Macri de decidir el lugar del traspaso del mando. El Gobierno mantuvo silencio sobre el tema, pero en el entorno de Etchegaray dijeron que estaba disfónico.
El broche en el balcón fue el tema tropical “No me arrepiento de este amor”, un clásico de Gilda, que llevó a Macri a bailar y a Michetti a cantar, con gran entusiasmo aunque con resultados que generaron opiniones dispares.