La Presidenta nunca vio venir el problema en el que hoy introdujo a todo el país. Para el populismo del finado Ernesto Laclau, las mayorías convalidan cualquier decisión y más aún si ella va en contra de las malditas corporaciones a las que hay que combatir sin rodeos para revalidar el título de líder de las masas. El conflicto es la legitimación de la facción y la democracia es vencer al otro, doblegarlo y hacerle morder el polvo. Es la imposición autoritaria e inapelable de las mayorías, aunque sean circunstanciales.
Cristina creyó que ese sistema de mayorías también valía para la reestructuración de la deuda soberana. La aceptación del 93% invalidaba por sí mismo el reclamo del 7% que no aceptaba la quita del 65%. Más de una vez vociferó que los holdouts, una minoría humillada por los exitosos canjes, no tenía derecho a cobrar siquiera un solo dolar. Que las demandas judiciales eran ilegítimas y que por lo tanto ni siquiera les cabía el derecho a ingresar tardíamente a un canje similar. Sencillamente debían resignarse a la derrota eterna.
Para la Presidenta era como haber ganado una elección por el 93% en una intendencia: le confería todas las herramientas del poder. Al 7% ni Justicia. Pero no advirtió que en los países donde imperan las leyes, los Jueces no se dejan impresionar por las mayorías y sólo miran si los argumentos de las minorías, así sea un 0,5%, son valederos. Para Cristina, eso nunca podía ocurrir.
Subestimó el poder del 0,5%, así como el 7%. Y en la Argentina, la Cláusula RUFO que no se conocía hasta hace pocos meses, Nunca sería un problema. ¿Quién iba a contradecir un canje del 93% a una Presidenta del 54%?
¿Me está hablando en serio?
Lo mismo pensó Cristina cuando denunciaba un golpe de Estado en Honduras y un buen día de 2009 les comentó a los periodistas que viajaría junto a una delegación de la OEA para reponer al gobierno constitucional al día siguiente mientras en las calles la política se dirimía a sangre y fuego.
Un periodista le preguntó si ya tenía definida la ingeniería institucional, jurídica y diplomática para que los golpistas cedieran su lugar para reponer al gobierno de Manuel Zelaya. La Doctora se paró en seco y con una llamarada en su mirada lo increpó: ¿Me estás hablando en serio?
Al día siguiente, el avión en el que viajaban ella, Miguel Insulza, de la OEA, y otros jefes de Estados que iban a liberar a Honduras del golpismo, ni siquiera pudo bajar en Honduras -por el clima de violencia civil y rechazo a cualquier intervención externa- y la OEA tuvo que sesionar en Miami con un pronunciamiento meramente declamativo. El periodista hablaba en serio. Y Cristina no liberó Honduras. El voluntarismo, su figura y su estrella, no alcanzaron.
Comenzaba 2010 cuando la Presidenta anunció que Mercedes Marcó del Pont iba a asumir la presidencia del Banco Central para liberar a esa entidad de las garras de Martín Redrado, un colonizado economista que no aceptaba disponer las reservas para pagar deuda pública. Nuevamente un periodista molesto le preguntó si Mercedes iba a reformar la Carta Orgánica para disponer de las reservas como si fuera dinero del Tesoro y si se tomarían recaudos contra posibles embargos de los fondos del Central en EE.UU, ya que podían ser considerado patrimonio del Gobierno por los Buitres ante la teoría de Alter Ego.
La abogada exitosa atacó al periodista, no lo dejaba terminar su pregunta, y lo pretendió humillar en público. ¿Leyó el proyecto de reforma de la Carta Orgánica o habla porque está colonizado? ¿Quién iba a embargar al gobierno popular?
Dos años despues, la Presidenta anunció la reforma de la Carta Orgánica ante el Congreso, que meses después la votó. Y un año más tarde, los Buitres embargaron la Fragata Libertad. Sólo entonces el Gobierno admitió que los Buitres habían intentado embargar un centenar de propiedades y bienes y que el Estado pudo ganar esas batallas en los estrados judiciales.
Nuevamente el voluntarismo -una forma de mentira de patas cortas en la política- había sido vencido por la realidad. Hasta hace un año, la Señora decía que nunca iba a pagarle un dólar a los fondos buitres, que ningún fallo podía reconocerles ese derecho y que de haberlo no lo iba a cumplir.
Hoy todo depende, lamentablemente, de un milagro del papa Francisco.
Lo único cierto, es que la Presidente el fallo está dispuesta a no cumplirlo, y eso va en sintonía con lo que hicieron siempre los Kirchner. Nos recuerdo que el Procurador de Santa Cruz Eduardo Sosa -echado por Kirchner en el 2005- fue restituido por fallo de la Corte Suprema en el 2009, fallo que, al día de hoy, el Kirchnerismo no cumplió, en complicidad con los dirigentes de la oposición que siempre callaron -corporación política al fin- al respecto. Tampoco ahora se escucha a nadie intentar frenar este nuevo desatino.
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